La casa debe agradar a todos, a diferencia de la obra de arte que no tiene por qué gustar a todo el mundo. La obra de arte es un asunto privado del artista. La casa no lo es. La obra de arte surgió en el mundo sin que existiera necesidad alguna que la obligase a nacer. La casa satisface una exigencia. La obra de arte no tiene responsabilidad ante nadie; la casa la tiene ante cualquiera. La obra de arte quiere arrancar a la gente de su comodidad; la casa ha de servir a esa comodidad. La obra de arte es revolucionaria; la casa es conservadora .La obra de arte señala a la humanidad nuevos caminos y tiende al futuro. La casa se afirma en el presente. El hombre ama todo lo que satisface a su comodidad y odia todo lo que tiende a arrancarle de su posición adquirida y estable y a crearle inquietud. De ahí que ame la casa y odie el arte. Por lo tanto, ¿no será que la casa no tiene nada que ver con el arte, y que la arquitectura no debiera contarse entre las artes? Asi es. Sólo una parte, muy pequeña, de la arquitectura corresponde al dominio del arte: el sepulcro y el monumento. Todo lo demás, todo lo que tiene una función, debe ser excluido del reino del arte.
Adolf Loos
1870 - 1933
Villa Müller
En 1928 el ingeniero y constructor František Müller compró un terreno en Praga 6, una de las zonas residenciales más exclusivas de la ciudad, para hacerse una casa. Los arquitectos Adolf Loos y Karel Lhota recibieron el encargo. El primero diseñó la concepción del espacio y los interiores, el segundo se ocupó de resolver la realización técnica.
La villa Müller sería considerada por Loos como su edificio más bello. Sin duda es un ejemplo perfecto de la revolución que supone su trabajo. En ella se aprecia cómo rompe con la clásica ordenación vertical de los pisos y crea habitaciones a varias alturas y espacios únicos, unidos por escaleras y ordenados alrededor de un eje imaginario.
Esta forma de entender los edificios como un espacio nos resulta familiar porque es la nuestra, la de hoy en día, la que damos por supuesta. Loos es uno de los visionarios que se adelanta a su tiempo y contribuye a crearla en la primera mitad del siglo XX. Por eso al visitar la villa llama la atención la modernidad deslumbrante de lo que se va viendo, desde los espacios hasta el mobiliario, con el hecho de pensar que todo ya existía en 1930.
Así por ejemplo, en las fotos de la época los coches parecen recortados y pegados como si se tratara de un collage. Sin embargo lo que estaba fuera de tiempo es el edificio. O bien en el interior, la habitación de los niños parece de Ikea, por la simplicidad de líneas y los colores fuertes. El vínculo existe: en el código genético de la multinacional sueca está la gran tradición de diseño escandinavo, que se remonta a la misma ola renovadora de la que participa Loos.
Otra cuestión es la historia humana del edificio. Está explicada como parte de la exposición permanente documentando la restauración del mismo. En ella leemos cómo Müller pasó un año luchando con los funcionarios que le denegaban el permiso de construcción. Las líneas de "caja" de la villa todavía hoy contrastan con el kitsch circundante de tejados a doble ala, pastiche historicista y verdulería de art nouveau.
Cómo no imaginarse al ingeniero Müller, un tipo alto y fornido, después de trabajar en proyectos con toneladadas de acero y hormigón, bregando para que le dejaran construir lo que "su" arquitecto tenía pensado.
Los detalles de la comprensión y el respeto mútuos entre Müller y Loos están por todas partes. Pocos arquitectos habrán tenido mejor cliente. El dinero jamás fue un problema: en el salón hay un extraño mármol verde extraído de una cantera entre Italia y Suiza, que estaba cerrada y se abrió especialmente para la ocasión.
Loos construyó un escritorio con buzón incorporado, para que Müller pudiera dejar la correspondencia comercial sin que el sirviente tocara su mesa, lo que al parecer era una manía. Los sofás del despacho tienen costados abatibles, adaptados a la larga anatomía del ingeniero Müller concediéndose una breve siesta.
En los años 30 y 40 la familia prosperó y el edificio fue el centro de una rica vida social. La guerra acabó con todo. Después del golpe comunista de 1948 el Estado confiscó gran parte de la villa. En 1951 murió Müller y su viuda, Milada, fue autorizada a vivir en una pequeña habitación, mientras diversas instituciones se apropiaban del resto para instalar oficinas. Murió en 1968, y a partir de la llegada de la democracia en 1989 el edificio va a parar tras una serie de vicisitudes al Ayuntamiento de Praga, que lo restaura de forma ejemplar y crea un centro de documentación del arquitecto.
Este cronista aprende todo esto sobre la Villa Müller en una visita guiada. La guía es una estudiante de arquitectura, y al final explica cómo un día, en otra visita, una anciana visitante se paró a contemplar en los plafones de la exposición una foto de Milada, la mujer de Müller, joven y bella, con un florido vestido veraniego y jugando con un perrito. La anciana miró la fotografía un rato en silencio. Al final le dijo que recordaba a Milada exactamente igual. Ella, de niña, había estado en la casa jugando y merendando con una de las hijas de la familia. La anciana no habló mucho más y se marchó contenta
3 comentarios:
Fué una vision super radical, pero tomando en cuenta el contexto de lo que la palabra "arte" era en esos entonces, se puede comprender, que mucho de lo que esté arquitecto propone, tiene que ver con lo que es hoy nuestra escuela, si bien en forma, parecieran los proyectos alejarse de nuestra perspectiva del lugar, no se aleja en el pensamiento de las relaciones con este, desde un interior pensado para el hombre.
en una reciente visita con un grupo de alumnos al Teatro Metropol, situados junto al espacio bajo la escalera, girados hacia el patio exterior , Pep con ,certera conviccion comento :"este espacio es mas emocionante que la Capilla Sixtina".una arquitectura que no presenta su musculacion sino que trata de eliminar los restos del esforsado y sufrido proceso tanto del proyecto como de la construccion, interesa en sobremanera a un arquitecto que busca, precisamente en la amable naturalidad la expresion de la obra.
asi puede entenderse en toda su plenitud , este comentario que viene a profundisar la intuicion de que anonimas y pobres arquitecturas llenas de encanto y vida , trascienden precisamente por su DEBILIDAD , los esfuerzos poderosos. no hay nada finalmente mas poderoso, que la aceptacion de la propia debilidad.
SI PUDIERA DESAPARECER el arquitecto.....
Como hacer arquitectura si no es con la intencion de transpasar un sentimiento y manifestarlo en algo congreto,una vivienda es entonces arte, porque se crea para otros,pero nace de nosotros.tiene en cada muro,vano o forma nuestro sello,se expone y perdura mas alla de nuestra existencia como foto o un recuerdo para admirar o criticar,para existir como tal y no para el agrado de todos pero si para ser arte en el habitar y obra para nosotros.
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